Ayer, sábado, volví al cine con alguien muy especial.
Compañera de adolescencia, de juventud, de madurez… Con ella he hecho casi de
todo… La vida y las circunstancias nos tienen ahora más alejadas pero, la
verdad, es que sigue siendo una de las personas más importantes de mi vida.
Con ella he compartido muchas tardes de cine, de ese cine que no llena salas pero sí te alimenta el alma y te llena el corazón... Y,
como si de conjunción kármica se tratase, elegimos ir a ver “La novia”,
película que sorprende, atrapa, embelesa y traslada a un mundo árido y ardiente
del que nunca regresas como fuiste.
Creo que para describir esta película de Paula Ortiz la primera palabra que me viene a la cabeza es “poesía”, porque “La novia” es poesía hecha cine. La adaptación de “Bodas de sangre” de Federico García Lorca, podía haberse abordado de muchas formas diferentes pero Paula Ortiz ha elegido la opción difícil, se ha acercado al texto, al original, ha sabido captar la profundidad de la obra y nos ha regalado una auténtica obra maestra, que pone la carne de gallina y te oprime el corazón hasta dejarlo casi sin latido.
A ello hay que añadir la interpretación de Inma Cuesta que
es, sencillamente, espectacular. Esta mujer se sale en el papel de “novia” y
Álex García le da el contrapunto perfecto en el papel de Leonardo. El
sentimiento desborda las palabras hasta el punto, única pega que le he encontrado, que en algunos momentos no se entiende a los actores o, por lo
menos, a mí me ha pasado eso.
Para darle aún más valor se unen la banda sonora, a cargo de
Shigeru Umebayashi, y la fotografía de Migue Amoedo, premiada con un Goya, que
hilvanan cada secuencia, cada momento con maestría. Una se queda atrapada en esas imágenes de un desierto que te bebe la vida, tal como dice la propia
protagonista, ese mundo árido acaba contigo, te agosta.
Esta mujer, Paula Ortiz, tal vez no haya hecho la película
perfecta, misión tan difícil, pero ha realizado una pequeña obra de arte que se
convierte en un acertado homenaje a uno de nuestros poetas más internacionales,
Federico García Lorca.
Para mí, preciosa, de verdad.
Nos vemos.
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