Bueno, hoy os voy a hablar de un arbusto que me encanta, la “Nandina doméstica”
o “Bambú sagrado”, como también se le conoce.
Este arbusto procede de China y Japón, de ahí su nombre y
también su aparencia, de hojas verdes y ligeras que se vuelven rojizas en el
otoño y nos recuerdan poderosamente al bambú. La nandina pertenece a la familia
de las “Berberidaceae” y, como la abelia, es perennifolia o semiperennifolia,
de porte no muy grande, no suele superar los dos metros de alto y el metro de
envergadura. Además, para añadir encanto presenta unas florecillas blancas y de
pequeño tamaño que dan paso, en el otoño, a unas llamativas bayas rojas que
permanecen en el arbusto hasta la primavera. Como suponéis es, por tanto, un
arbusto muy decorativo.
En cuanto a su cultivo puede realizarse en tierra y en
maceta y es resistente a las heladas, si no son muy rigurosas. No le gusta
demasiado el sol, con lo que deberemos buscar una ubicación de semisombra o
sombra, si vivimos en zonas calurosas, para que se desarrolle en todo su
esplendor. En relación con la poda, debo decir que este arbusto no precisa de
ella, su crecimiento es lento y se desarrolla de forma arbustiva desde la base
dando un aspecto algo desaliñado pero muy bello, aunque si queremos controlar
un poco su forma una ligera poda a finales del invierno sería lo indicado.
Hablando de suelo, la nandina lo prefiere fértil y suelto,
bien drenado. En mi caso, teniendo en cuenta la zona en la que vivo, he tenido
que adaptar un poco el suelo y tener un cuidado especial hasta que he
conseguido que agarre como es debido y empiece a desarrollarse. En estos
momentos, mi nandina goza de una excelente salud y aparece radiante.
Debéis tener en cuenta, también, que cuando queráis ir a
comprar vuestro arbusto os parecerá un poco caro, esto es debido a que el
crecimiento de la nandina es bastante lento y conseguir un ejemplar para venta
es un proceso de años. Así que, ya sabéis, deberéis tener paciencia y darle
tiempo para que se desarrolle, os aseguro que vale la pena.
Otra particularidad de la nandina que es, además, una
ventaja es que resulta bastante resistente a las plagas.
En general, debemos decir que el cultivo de la nandina es
sencillo, siempre y cuando respetemos sus necesidades claro, y que nos veremos
recompensados con creces cuando se desarrolle en nuestro jardín o terraza.
Nos vemos.
Nos vemos.
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